воскресенье, 19 октября 2008 г.

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Siento el deseo de escribir, quiz� m�s que nunca. Quiz� porque nunca he pasado tanto tiempo sin escribir (alguna que otra cosa he escrito, pero nada en realidad) desde que empec� pero m�s a�n porque es casi seguro que jam�s hab�a pasado tanto tiempo sin sentir el deseo o la necesidad, sin buscar tiempo para ello, sin echarlo de menos, sin pensar en formas ni fondos, en historias, en desarrollos, en im�genes, estilo, personajes, simples palabras, nada. Sin echarlo de menos.
Ahora vuelve el deseo y vuelve sin centrarse en lo de siempre, en lo que siempre estuvo ah� y siempre me hizo re�rme de mi misma:�Toda la parafernalia asociada. Siempre he pensado que ten�a todos los vicios asociados a la escritura a�n antes de empezar a escribir, una especie de querencia de los t�picos y man�as, una visi�n casi rom�ntica de lo que es sentarse y empezar a formar palabras. Que si crisis de p�gina en blanco, que si tiene que ser el mismo l�piz que ayer, que si acabar una libreta antes de empezar otra, escribir en Arial por fuerza, la taza de caf� al lado, que sea de noche, la historia preformada, dar vueltas y vueltas a una frase, encontrar el principio perfecto antes de poner una sola palabra...
Tonter�as ahora. Lo que hecho de menos es lo otro, la parte aburrida, la parte fr�a, fea, absurda, la palabra que se engancha, el momento que no encaja porque el desarrollo vari� en un peque�o detalle y hay que elegir uno de los dos caminos.
Echo de menos elegir caminos.
La idea que ataca cuando menos conviene, las revisiones, la tercera lectura que ser� �ltima pero no puede serlo porque a media lectura descubres una incoherencia, dar vueltas al atajo.
Echo de menos la reescritura.
El personaje que se escapa, el secundario que se come al protagonista, el final feliz que te grita que seas buena y compasiva, el final triste que te grita que no es que seas negativa, es que �l cuadra mejor. Los sin�nimos que se pelean, las met�foras haci�ndose las divas, las miriadas de adjetivos jugando a llegar primero,
Vaya, echo de menos hasta los adverbios acabados en -mente.

Las revisiones ortogr�ficas, el le�smo y el la�smo y el querer hablar con un ling�ista que me diga de una vez cu�l de los dos tengo para no tener que pararme a pensar, las comas que bailan de un lado a otro, los p�rrafos eternos, las frases que dejar�an sin respiraci�n a un corredor de fondo y que hay que acortar por fuerza, pero, d�nde.

Las formas de los versos, cortar d�nde cu�ndo por qu� la rima buscada, la rima que sobra, la sonoridad casual y perfecta, la sonoridad vac�a e imposible de remediar, los encadenados de frases cortas que suenan a usados mil veces pero tienen fuerza.
La frase en la que te quedar�as a vivir pero que odias porque parece gritar que el resto del texto sobra.
El desarrollo sin equilibrio que no deja dormir, la idea perfecta que se despedaza al escribirla pero no quiere irse y se empe�a en no encajar.
El inmenso puzzle que es expresar algo.
Es que echo de menos hasta la preparaci�n, la investigaci�n, la p�gina de la RAE abierta.
Es que echo de menos hasta sentir que no s� suficiente, que no soy buena, que cualquiera lo har�a mejor, la envidia, la impotencia de escuchar una frase y pensar en por qu� no la pens� yo, releer y decir "No, esto no vale, esto no es bueno".

Hasta el fracaso estrepitoso.

Un deseo sin formas, sin premisas, sin intenciones. Ni poes�a, ni prosa, ni ensayo, ni di�logo, ni creaci�n de personajes, ni verso libre, ni escritura abierta, ni innovaci�n, ni clasicismo.

S�lo escribir. Bien o mal, con o sin sentido. S�lo escribir.

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